En el país de la nube
blanca
«Una capa blanca de algodón
extendida a lo largo ocultaba la vista de la tierra. Si los marineros no
hubieran asegurado a los viajeros que la isla del Sur se ocultaba detrás, el
fenómeno de la nube no habría despertado especial atención.
Sólo cuando se acercaron a la costa, se fueron dibujando las montañas en la niebla, peñas de contorno escarpado, tras las cuales se amontonaban de nuevo las nubes. Era algo raro, como si la montaña estuviera suspendida en un blanco luminoso de algodón.» (Página 121)
Sólo cuando se acercaron a la costa, se fueron dibujando las montañas en la niebla, peñas de contorno escarpado, tras las cuales se amontonaban de nuevo las nubes. Era algo raro, como si la montaña estuviera suspendida en un blanco luminoso de algodón.» (Página 121)
Argumento:
Londres, 1852: dos chicas emprenden la
travesía en barco hacia Nueva Zelanda. Para ellas significa el comienzo de una
nueva vida como futuras esposas de unos hombres a quienes no conocen. Gwyneira,
de origen noble, está prometida al hijo de un magnate de la lana, mientras que
Helen, institutriz de profesión, ha respondido a la solicitud de matrimonio de
un granjero. Ambas deberán seguir su destino en una tierra a la que se compara
con el paraíso.
Reseña:
Nueva Zelanda es un escenario poco
explorado en la literatura. Un país que se encuentra en las antípodas.
La
autora habla muy generalmente sobre la colonización de este país y sobre la
cultura maorí. Los maoríes se embarcaron en siete grandes canoas para trasladarse
desde el paraíso de Hawai y desembarcar en esta gran isla que hoy conocemos
como Nueva Zelanda. Siete canoas que dieron origen según sus leyendas a las
siete tribus originales que formaban el pueblo maorí. Maorí, que en su lengua
significa normal, común. Es una
cultura con mayúsculas, en la que prima el trato personal, la vida sencilla y
la falta de deseos de posesiones personales, limitándose a vivir en armonía con
la naturaleza que es lo que nos llevaría a la felicidad absoluta.
La
presencia extranjera en Nueva Zelanda es muy tardía. De hecho la colonización
comenzó hacia 1830 y en 1840 se firmó el tratado de Waitangi, por el que se
convertía en una colonia del imperio británico. Un tratado del que se habla en
el libro y que hoy día sigue siendo motivo de controversia. La colonización no resultó ser como el
resto de colonizaciones, que fueron a sangre y fuego. Esta colonización se
realizó comprando las tierras a los maoríes y con el control de la propia
corona británica para evitar los abusos.
La novela en
sí es una saga familiar que nos relata cómo una familia colonizó Nueva Zelanda.
Nos muestra, en el comienzo, la sociedad británica de la época victoriana. Esta
sociedad de rígidas costumbres se traslada al nuevo territorio cuando llegan
los descubridores y fundan sus ciudades.
Nos hace una
fotografía nítida de la necesidad que tenían las mujeres de contraer matrimonio
y a ser posible que resultara bueno, dejando de lado cualquier sentimiento
amoroso o deseo personal a cambio de un trato medianamente razonable y
admitiéndolo como algo de lo más normal. No teniendo ningún derecho social,
excepto el de no ser asesinadas, dependiendo del caso. Quedarse solterona y con
limitados ingresos que con la vejez desaparecerían significaba estar abocada a
una vida de continuas críticas y miseria.
Las mujeres en la colonia
eran poco más que animales de cría pero puestas por detrás de otros
animales a los que se les consideraba más útiles, como a los perros pastores,
determinada raza de ovejas o determinados caballos. La novela tiene
extensas descripciones de la manera de ganarse la vida en las grandes granjas
ovinas, donde se desarrolla la mayor parte de la acción.
Hay también bellas descripciones de los paisajes: la propia orografía del terreno y la localización de las poblaciones; y personajes maravillosos que trajeron inmediatamente a la mente películas como “Australia” y “La lección de piano”.
El ritmo en la novela es constante. Nos
habla de amor y pasión, la confianza y la enemistad, también extensivo hacia la tierra que se está
colonizando. Por último hay una resolución de conflictos muy cuidada. Es en definitiva la historia sobre dos familias
cuyo sino está unido de forma indisoluble.
Sara
Lark
Nació en 1958 en Alemania.
Su verdadero nombre es Christiane Gohl. Escribió
150 libros sobre equitación, aunque algunos de ellos los firmó con los nombres
de Elisabeth Rotenberg, Leonie Bell y Stephanie Tano. Sus
novelas las ha firmado con los pseudónimos de Sarah Lark y Ricarda
Jordan.
Estudió Educación, trabajó como periodista y redactora publicitaria, además
fue guía turística, profesión que la llevó a conocer y fascinarse con Nueva
Zelanda Su residencia en España se debe a la visita como turista, dónde decidió quedarse. Su sueño frustrado fue estudiar veterinaria, ya que se declara una "amante empedernida" de los animales. Actualmente reside en una casa en el campo perteneciente al término municipal de Los Gallardos (Almería).
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