25 mar 2016

Pablo Neruda







Pablo Neruda



El poeta y escritor, nació en Parral (Chile) el 12 de julio de 1904 y murió en Santiago de Chile el 23 de septiembre de 1973. Fue llamado Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto. Era hijo de un obrero ferroviario, y de una maestra de escuela, que lo dejó huérfano tan sólo un mes después de su nacimiento.
Su nombre fue cambiado en el año 1946, por el de Pablo Neruda,  en homenaje al poeta checo Jan Neruda.
  



 

Temuco fue la ciudad en la cual realizó sus estudios, en el Liceo de Hombres, y en el periódico regional La Mañana, surgió el despertar literario de sus primeros versos.
Con su poema "Nocturno ideal" obtuvo el tercer premio, en los juegos florales de Maule, en 1919. 





 
Un año después escribió en la revista literaria "Selva Austral", ya bajo el seudónimo de Pablo Neruda. En esta época, su admirada compatriota Gabriela Mistral, lo inició en el conocimiento de novelistas rusos.




Se trasladó a Santiago en 1921, donde realizó estudios en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, y su poema "La canción de fiesta", fue galardonado con el primer premio.
En 1923 y 1924, publicó "Crepusculario" y "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", respectivamente. 



 






 









En 1926, su tendencia modernista giró hacia el vanguardismo en los siguientes libros: "El habitante y su esperanza", "Anillos", y "Tentativa del hombre infinito".
Su exitosa carrera diplomática, comenzó en 1927, donde conoció en Buenos Aires a Federico García Lorca, cuya muerte, lo afectó notoriamente.
Se casó en 1930, con María Antonieta Hagenaar, de quien se divorció en 1936. La guerra civil española, de 1936, lo encontró alineado en el movimiento republicano. En Francia, escribió en 1937, "España en el corazón", para luego regresar a su patria. 

En 1945, recibió el Premio Nacional de Literatura. Se unió al Partido Comunista de Chile, donde sufrió persecuciones políticas. Huyó a  Argentina, y luego a Europa, regresando a Chile en 1952. Ese año publicó "Los versos del Capitán", y en 1954, "Las uvas y el viento" y "Odas elementales".
 El premio Stalin de la Paz, le fue otorgado en 1953. En 1955 se divorció de su segunda esposa, Delia del Carril, con quien se había casado en 1943. En 1966, contrajo enlace con Matilde Urrutia.


En octubre de 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Después fue embajador en Francia y regresó a Chile en 1972, dónde falleció un año después.



 
 



Estilo literario


La  obra de Pablo Neruda sintetizó de forma magistral el mundo americano. Sin embargo, su dimensión poética era tan vasta que va desde la exaltación amorosa a la celebración erótica, pasando por la rebeldía ante el dolor a causa de la miseria de los pueblos, víctimas de la injusticia y la opresión.
En su  estilo se dieron cita numerosas influencias que conviven, siendo el vanguardismo y el simbolismo las dos predominantes.




 Siempre gustó de la utilización del verso libre. La ruptura sintáctica era otro de los procedimientos constantes en su manera de escribir.
La utilización de imágenes era uno de sus fuertes, y muchas eran de carácter onírico. También los símbolos eran importantes, el más recurrente era el presente en la oposición noche/día en que el primer término estaba relacionado con el silencio, la quietud y la paz que llevaban a la creación y el segundo hacía referencia a  los ruidos y al inexorable paso del tiempo que conduce a los seres humanos a la muerte.
Dentro de la naturaleza podemos encontrar el resto de símbolos de Neruda como el agua que era la vida o el fluir del tiempo, el invierno que era la muerte o el olvido, el mar que era el padre, la luna, la madre o el caballo, la virilidad entre muchos otros.




 







El estilo único de Neruda incorporaba los tonos, las descripciones, y las atmósferas que cambiaban con los temas de una etapa a otra para expresar mejor los propósitos centrales de su poesía.
Dio  a los sentidos una gran atención para crear un gran efecto en la atmósfera de sus poemas, como si el lector estuviera en ellos. En sus poemas de amor, podía  invocar  fácilmente las emociones del lector.


 
Tenía más dificultad en expresar la emoción en sus «Odas elementales», pues la mayoría se referían  a cosas utilitarias y sencillas. 
Sin embargo, sabía exactamente qué palabras usar para dar emoción al lector sobre las cosas inanimadas. Siempre utilizaba las metáforas y símiles para crear descripciones detalladas y emocionales sobre las personas, las cosas, la naturaleza, y los sentimientos. Se ve la personificación de cosas inanimadas en su poesía. Esta personificación aumentaba los efectos y la universalidad de su poesía.

 




 


Neruda podía  engañar al lector en decir algo y hacer lo opuesto. En muchos de sus poemas, se refería  a algo que va a escribir en el futuro que el lector todavía no conocía. 






Neruda se definió a sí mismo como insondable de corazón, aficionado a las estrellas, mareas, maremotos, caminante de arenas y chileno a perpetuidad. 


Enlaces:











24 mar 2016

Neruda y El Amor

 
20 Poemas de Amor 

y una Canción Deseperada 



















Poema I

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, 
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.




Poema III

Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose,
lento juego de luces, campana solitaria,
crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en ti la tierra canta!

En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas.

En torno a mí estoy viendo tu cintura de niebla
y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
y eres tú con tus brazos de piedra transparente
donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.

Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla
en el atardecer resonante y muriendo!
Así en horas profundas sobre los campos he visto
doblarse las espigas en la boca del viento.





Poema V


Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.





  Poema VI

 
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

 

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.




Poema XII

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.



Poema XV

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, 
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. 

Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.







Poema XVI

En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.

La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!

Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.

En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.






Poema XVIII

Aquí te amo. 

En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.

O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento, quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.


Poema XIX

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.

Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.

Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.

Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

Poema XX
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.