18 sept 2016

Arcángel Miguel. Parte II

Arcángel Miguel 



Aspecto y Atributos

MIKHAEL es el nombre hebreo de MIGUEL, pero además se lo reconoce con otros nombres o títulos honoríficos, estos títulos son: Príncipe de la Luz, Comandante de las Estrellas, Jefe de las Milicias Celestiales, el de la Espada Luminosa.
Su festividad era el 29 de Setiembre, hasta que en 1969 Pablo VI con la Reforma hecha al Calendario, instauró esta fecha como la de “Los Santos Arcángeles”. 


En la escuela de la Kábala se dice que el Arcángel Miguel encarna el sexto Sefirot, Tiferet. Según la Kábala, Tiferet significa belleza.

El Libro de Daniel tiene una maravillosa descripción del Arcángel Miguel. Le llama el "gran príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo". El Arcángel Miguel fue el ángel que se apareció a Josué mientras se preparaba para conducir a los israelitas en la batalla de Jericó.

El Apocalipsis narra el papel clave del Arcángel Miguel como defensor de la mujer vestida del Sol, es la figura de María, madre de Jesús, bien llamada Reina de los Ángeles y a quien Dios eligió para traer al divino Hijo del Hombre.

El Arcángel Miguel es nuestro defensor. Él es el príncipe de los Arcángeles. Todas las huestes de Luz que sirven en este sistema de mundos y más allá están bajo su mando.



La imagen de un guerrero representa la defensa contra las fuerzas del mal y la oscuridad que acechan al ser humano, como la ignorancia, la inconsciencia y la esclavitud a los apegos materiales y emocionales.
Su título "Príncipe de la Luz" representa la iluminación del camino del ser humano para liberarlo de la oscuridad del miedo. En la metafísica su rayo de luz es el de color Azul, esto nos quiere decir que el color de su Luz es azul, invitando a la calma y al valor.
Cuando sentimos que nos movemos en las sombras, que el miedo nos llena y por estar pasando una crisis, podemos recurrir al Él. Que con su luz irrumpa en nuestro Ser, haciendo aparecer la claridad que necesitamos para encontrarnos con nosotros mismos, encontrar nuestro equilibrio y liberarnos de toda energía negativa.

Su coraza significa la fuerza de voluntad para enfrentarse a los desafíos de la vida. Representa también la fe y la seguridad en el bien.
El casco significa invisibilidad, invulnerabilidad y potencia. Protege los pensamientos de la negatividad.


El escudo representa el universo. Es la protección que le dice a su adversario que no puede vencer al amor.
La espada representa la luz que da la fuerza espiritual. Con esta fuerza se establecen la paz y la justicia divinas. La espada también significa el arma de la verdad. Con ella se rompe el velo que crea la ignorancia.
La balanza significa la justicia, el equilibrio y el orden. En la balanza cuelgan las acciones buenas y malas, equilibradas por el amor y la bondad que redimen el alma humana.
Cuando lleva llaves, éstas representan el poder para abrir la puerta de los cielos a las almas que por medio de sus acciones, pensamientos y sentimientos se han ganado la entrada.
Las cadenas representan su poder para romper las ataduras que esclavizan al ser humano mediante los vicios y apegos.
El manto representa protección y el poder de habitar el espacio donde conviven los seres positivos y los negativos. Con él protege a los seres humanos de las vibraciones negativas de los seres malignos.





Oración por el papa León XIII suprimida en el Concilio Vaticano II

(1878- 903)




«San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha.
Sé nuestro amparo contra la perversidad y las acechanzas del diablo.
Que Dios manifieste sobre él su poder, esa es nuestra humilde súplica; y  tú, Príncipe de la Milicia Celestial, con la fuerza que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás y a demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.»










Después del Concilio Vaticano II, el mandato de recitar esta oración al finalizar la misa fue revocado, pero se puede continuar con esta práctica a manera de devoción.
 De acuerdo a la tradición católica, la Coronilla de San Miguel ofrece grandes bendiciones a quien la rece, incluyendo la liberación del purgatorio de la persona que reza, de sus familiares y seres queridos.




Un día San Miguel Arcángel apareció a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac. El arcángel le dijo a la religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones. Estas nueve plegarias corresponden a los nueve coros de ángeles. La corona consiste de un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada coro angelical.
 Promesas: A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aun mas, serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.


Se comienza la Corona rezando, la siguiente invocación:

En el Nombre del Padre....Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.  Gloria al Padre, etc.
I. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Serafines, que Dios Nuestro Señor prepare nuestras almas y así recibir dignamente en nuestros corazones, el fuego de la Caridad Perfecta. Amén.
II. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Querubines, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado, y seguir el camino de la Perfección Cristiana. Amén.



III. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Tronos, que Dios Nuestro Señor derrame en nuestros corazones, el verdadero y sincero espíritu de humildad. Amén.
IV. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar nuestras pasiones. Amén.
V. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Dominaciones, que Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio. Amén.
VI. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de las Virtudes, que Dios Nuestro Señor nos conserve de todo mal y no nos deje caer en la tentación. Amén.
VII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Principados, que Dios Nuestro Señor se digne llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de obediencia. Amén.
VIII. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Los Arcángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de la perseverancia final en la Fe, y en las buenas obras, y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. Amén.
IX. Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de los Ángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida mortal, y nos guíen a la Gloria Eterna. Amén.
Se reza un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes ángeles:
 San Miguel, San Gabriel,  San Rafael y nuestro ángel de la Guarda.






Más oraciones:
O Glorioso Príncipe San Miguel, Jefe Principal de la Milicia Celestial, Guardián fidelísimo de las almas, Vencedor eficaz de los espíritus rebeldes, fiel Servidor en el Palacio del Rey Divino,...Sois nuestro admirable Guía y Conductor.
Vos brilláis con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, libradnos de todo mal. Con plena confianza recurrimos a vos. Asistidnos con vuestra afable protección para que seamos más y más fieles al servicio de Dios todos los días de nuestra vida.
Rogad por nosotros, O Glorioso San Miguel,  Príncipe de la Iglesia de Jesucristo, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor.
Oración
Omnipotente y Eterno Dios, os adoramos y bendecimos. En vuestra maravillosa bondad, y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, habéis escogido al Glorioso Arcángel, San Miguel, como Príncipe de Vuestra Iglesia.
Humildemente os suplicamos, Padre Celestial, que nos libréis de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras almas. Amen.
 

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