Federico García Lorca
Salen
los niños alegres
de la
escuela, poniendo en el aire tibio del
abril canciones tiernas.
¡Qué
alegría tiene el hondo silencio de la calleja!
Un
silencio hecho pedazos
por
risas de plata nueva.
Antonio Machado
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los
cristales.
Es la clase. En un cartel
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un
anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la
mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.
Una tarde parda y fría
de Invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los
cristales.
Vocación tempranera y
siempre bien sentida,
esta de ser Maestro por amor
entregado,
este ir alumbrando caminos
por la vida,
ilusionadamente, de niños
rodeado.
Poner alma de artista en la
noble tarea,
con fuerza misionera y mano
delicada;
saber irse quemando en aras
de una idea,
saber seguir la estrella del
bien entresoñada...
Sembrador sin pereza, poner
en la besana
al par del rubio trigo
semilla de amapolas;
estrenar alegría y fe cada
mañana,
y en el trance difícil
quedar con Dios a solas.
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