Asesinos sin rostro
Asesinos sin
rostro es la primera de las novelas escritas por Henning Mankell dedicadas al
inspector Wallander. Este autor es considerado el padre de la novela nórdica.
Argumento
Kurt Wallander
atraviesa uno de los momentos más sombríos de su vida personal (sus relaciones
familiares son un desastre, está ganando peso, bebe mucho y duerme poco),
cuando debe ponerse al frente de la investigación del asesinato de un apacible
matrimonio de ancianos en una granja de Lenarp. El marido ha sido horriblemente
torturado y la mujer muere estrangulada poco a poco, con el tiempo justo de
pronunciar antes de morir la palabra «extranjero».
Kurt Wallander y sus colegas deberán
enfrentarse no sólo a un asesino muy especial, que tiene la sangre fría de
alimentar a los caballos del establo después del crimen, sino a una comunidad
irascible, presa de insospechados prejuicios raciales.
Wallander sabe de
sobra que la pacífica apariencia de algunas personas oculta a veces un
auténtico monstruo, de modo que no se hace ilusiones acerca de la sociedad en
la que vive...
Personajes:
Kurt Wallander es
uno de los personajes claves en la novela negra de finales del siglo XX.
Inseguro y desbordado por la vida cotidiana, Wallander se nos muestra como un
ser humano de carne y hueso, incapaz de sobrellevar lo que se espera de él como
persona y a duras penas como policía. Sin duda, es el personaje que lleva todo
el peso de la narración, aunque otros secundarios, como Rydberg, sean de gran
importancia.
El lector se
identifica con Kurt Wallander porque, como hemos indicado anteriormente, tiene
un perfil muy humano. Si hay algo que los inspectores protagonistas de las
novelas policíacas, negras o de suspense suelen tener en común, es una vida
personal complicada y un sexto sentido que les hace seguir la pista correcta o
atar cabos en momento de lucidez. El protagonista de la novela que nos ocupa
tiene de las dos cosas en grandes dosis. “Asesinos sin rostro” trata sus
relaciones interpersonales, sobre todo con el padre, el propio divorcio del
policía y su caída personal mientras trata de aguantar su trabajo, su vida y el
contacto con una hija que empieza la serie de libros completamente alejada de
su padre.
Reseña
La novela se mueve
bien en todo lo relacionado con la investigación del caso: testigos, toma de
declaraciones, búsqueda de pistas, trabajo en equipo, deducciones, etc. Todo
muy a la vieja usanza, pero correctamente documentado, sin interrupciones en el
ritmo y de fácil seguimiento por el lector.
Esta es una novela
sencilla, ágil de leer. Los capítulos no son excesivamente largos y con una
narración dinámica. El autor se recrea bastante en las descripciones de las
zonas y el clima.
El autor también
consigue recrear de forma totalmente creíble el trabajo policial, con sus altos
y bajos, su método de trabajo, su persistencia, con momentos de euforia al ir
aclarando incógnitas y de desesperación cuando le conducen a un punto muerto.
No hay prueba de ADN, ni huellas dactilares, ni rastros de tierra, porque esta
es una investigación a la antigua: preguntando a testigos e investigando
relaciones. Además, el caso se extiende durante meses.
Hay otros temas
complicados como el alcoholismo, la demencia senil, las difíciles relaciones
entre un matrimonio separado y la pérdida de contacto con la juventud.
“Asesinos sin
rostro” no es un libro para los amantes de la acción frenética, pero la
violencia existe de una manera física y espiritual. El asesinato que da el
punto de partida es brutal. Mankell plantea la muerte como una gran experiencia
pictórica. La violencia sin sentido, llena de rabia, es la que plantea la mejor
sensación de angustia. El desconocimiento, el miedo a lo desconocido, planea
por toda la obra.
El
argumento no es rebuscado, ni tampoco la resolución del crimen. Quedan cabos
sueltos, sobre todo con las motivaciones del asesinato y el modus operandi.
En la misma línea,
también hay miedo a los desconocidos, ya que el fantasma del racismo y de la
pérdida de los valores socialistas suecos es una de las constantes en el libro.
De Suecia tenemos la idea de un país poco menos que utópico. Frío, sí, pero
democrático, tranquilo, seguro y con una gran cobertura social. Mankell nos
muestra a través de la investigación de Wallander la otra cara. Una Suecia en
la que también existen problemas: una clase campesina que subsiste a base de
duro trabajo, juego, drogas, una política de inmigración ambigua y brotes
xenófobos. Siempre
asociamos a Mankell con la novela negra, cuando él tiene una carrera de ayuda
social y un compromiso con la sociedad, y lo refleja en sus obras, aunque sean
policíacas.
Henning Mankell Estocolmo, Suecia,
1948- Göteborg,2015
Nació en Estocolmo
en 1948. Se casó con Eva Bergman y dividió su tiempo entre Suecia y Mozambique.
Tuvo una exitosa y variada obra, pero es mundialmente conocido gracias a la
serie protagonizada por el inspector Kurt Wallander, novelas que han recibido
numerosos premios y que han sido llevadas al cine y la televisión.
La serie completa
está compuesta por “Asesinos sin rostro”, “Los perros de Riga”, “La leona
blanca”, “El hombre sonriente”, “La falsa pista”, “La quinta mujer”, “Pisando
los talones”, “Cortafuegos”, “Antes de que hiele” —protagonizado por Linda
Wallander—, “Huesos en el jardín”, “El hombre inquieto” y “La pirámide”; junto
a otras doce obras, entre ellas el thriller titulado “El chino” y el relato
autobiográfico “Arenas movedizas”.
Admirador de John
Le Carré y de William Shakespeare, en especial de “Macbeth” -obra que el propio
Mankell define como el mejor texto criminal de todos los tiempos-, con
resonancias, por supuesto, de la pareja Maj Sjöwall y Per Wahlöö, este autor
sueco de corazón africano se reveló en los años 70 en su país como uno de los
novelistas de género más importantes.
Más allá de sus
fronteras, Henning Mankell tuvo que esperar varios años para que sus historias,
en particular las policiacas, encontrasen resonancia fuera del nórdico país
escandinavo.
Su última
publicación es “Un ángel impuro”, en la que una mujer sueca llega a regentar un
burdel africano.
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