27 abr 2016

Cuando leas esta carta



Cuando leas esta carta
 
Víctor ha colgado el estetoscopio y la bata y, al menos por un año, ha dicho adiós a su consulta. Necesita asumir la reciente muerte de su esposa, pero también recuperar la fe en la medicina y la seguridad en sí mismo.
En busca de soledad, parte de viaje por el norte de Marruecos, donde asiste al curioso hallazgo de una antigua fosa común llena de restos de soldados españoles masacrados en el Desastre de Annual, en 1921. Pero Víctor encuentra algo más, algo que se lleva consigo como inofensivo recuerdo: una botella lacrada en cuyo interior hay una carta, acaso las últimas palabras que un tal capitán Gimeno, ante la certeza de su muerte, escribió a su amada. Y sin siquiera haberla leído, Víctor siente que debe hacer todo lo que está en sus manos para entregar esa carta.
Aquí comienza su aventura a través de la historia reciente de España, siguiendo el rastro de vidas desconocidas, con la ayuda de un curioso detective privado y principalmente de Claudia, capitán del ejército destinado en Melilla y, tal vez, la mujer que pueda enseñarle el camino de regreso desde el dolor.



Vicente R. Gramaje Trilla 
Nació en Valencia el 8 de marzo de 1961. Casado y padre de dos adolescentes, ejerce como médico rural,  en Godelleta, «un pueblecito de dos mil habitantes rodeado de un mar de viñedos y naranjos, cercano a la ciudad de Valencia», tal como él lo describe. 


 
En “Cuando leas esta carta”, su primera novela, pueden encontrarse las huellas de sus dos grandes aficiones: los viajes y la lectura, especialmente novelas históricas y relatos de viajes. Una de dichas lecturas, la de los hechos acontecidos durante el verano de 1921 en lo que entonces era el Protectorado de Marruecos, fue el detonante de la historia a la que dio forma en esta novela.


 
Una de las motivaciones que le impulsaron a escribir esta historia fue el deseo de enseñar algo a sus hijos, dos adolescentes a los que en estos tiempos, tal y como ha afirmado, resulta muy complicado transmitir algo útil.
Su novela ha sido galardonada con el Premio Círculo de Lectores 2011 por la historia de amor "frustrado" de un capitán español que llega, años después, a manos de Víctor, un joven médico que ha emigrado a Marruecos en busca de sí mismo.



La obra de Gramaje pretende también ser un "gesto" para no olvidar a todos los soldados españoles que murieron en el norte de África y que "siguen jugándose la vida" por todo el mundo. "Debemos estar orgullosos de esas personas; dejando de lado las ideologías políticas, se están jugando la vida por unas retribuciones ínfimas y debemos mostrar todo nuestro respeto", ha afirmado.






Tragedia del Monte Arruit

Hablar de Monte Arruit es hablar de la colonización de Marruecos. En el año 1906, en plena carrera europea de colonización de África, Francia y España negociaron con Alemania y consiguieron el protectorado compartido de Marruecos. En el caso de España se trataba en realidad de una especie de subprotectorado, una cesión por parte de Francia de la administración colonial de una franja del norte del país.
El sultanato de Marruecos en su conjunto había quedado en 1912 bajo dominación francesa merced al Tratado de Fez, culminándose así varios años de paulatina penetración colonial en el país magrebí. Francia cedió a España la administración de un 5% del territorio marroquí, unos 20.000 km² que incluían la región montañosa de El Rif.



Desastre militar del Monte Arruit

Unos 30 km al sur de Melilla se sitúa el Monte Arruit, un nombre que a la mayoría de españoles de hoy no les dice nada, pero que para los de antaño se convirtió en sinónimo de masacre. En agosto de 1921 la España de Alfonso XIII se encontraba en plena campaña de conquista de la región marroquí de El Rif. La campaña, mal planificada y peor ejecutada, se saldó con más de 13.000 soldados españoles muertos, en una de las derrotas más traumáticas y humillantes de la historia del país.





El general Navarro fue el encargado de ir al encuentro de los hombres que escapaban de Annual e intentar reorganizarlos. Tras seis días de agotadora marcha, los restos de la columna alcanzaron las murallas de Monte Arruit, donde se refugiaron y prepararon la defensa ante un inminente asalto del ejército rifeño. A pesar de estar a tan sólo 30 Km de distancia del fuerte de Melilla, el Monte Arruit estaba totalmente aislado de ayuda española, enteramente abandonado a su suerte.







Con la moral por los suelos, atendiendo a centenares de heridos y sin agua ni víveres, los defensores de Monte Arruit dependían enteramente de los suministros que pudieran lanzar desde aviones provenientes de Melilla, pero los envíos casi siempre caían fuera del alcance de los sitiados.
Con Monte Arruit sitiado por los rifeños, Navarro tuvo constancia de que ningún ejército iría a socorrerles. El nueve de Agosto la situación era tan insostenible que Navarro pactó la capitulación del fuerte.


 El 9 de agosto el general Navarro parlamentó la entrega de Monte Arruit con los jefes tribales: los españoles entregarían su armamento y a cambio se les permitiría retirarse a Melilla. Así se hizo: los soldados se deshicieron de todas sus armas y salieron en columna alineándose a la puerta del fuerte junto con heridos y demás habitantes de Monte Arruit, preparados para la penosa marcha hacia Melilla.

Sin embargo, los rifeños no respectaron el pacto y se lanzaron furiosamente contra sus enemigos desarmados produciéndose una salvaje matanza; apenas hicieron prisioneros pues sólo 60 lograron sobrevivir, y sobre los restos del campamento quedaron más de 3.000 cadáveres, secándose al sol muchos de ellos despedazados. Allí permanecerían durante meses, hasta que la zona fue de nuevo recuperada por el ejército español.





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